Era Sábado por la tarde en Sun Lake City, un pueblo pequeño en el condado de Texas, rodeado de extensas llanuras solitarias y escarpadas montañas rocosas. El pueblo estaba situado en centro del valle ,alejado de las grandes urbes, el único nexo de unión con ellas era un viejo y destartalado tren que cruzaba las montañas por un túnel o una tortuosa y estrecha carretera que transcurría por los viejos senderos que utilizaban los granjeros de antaño.
Esto hacía que Sun Lake City fuese un pueblo tranquilo, donde sus apenas dos cientos habitantes, vivían en una tranquilidad casi paradisiaca.
Un pueblo pequeño, con apenas cuatro calles y una plaza,dedicada a no se que personaje importante. Con una modesta iglesia acabada en un campanario del que pendía una campana gris, que cada vez que sonaba aprecia estremecer a las rocas que protegían el pueblo.
Sus habitantes vivían del turismo que acudía a Sun Lake City para escapar del bullicio de las ciudades y relajarse entre la inmensidad de aquellos parajes.
No tenían hoteles ni restaurantes ni tiendas como las de las capitales, si no que los habitantes de Sun lake City , ofrecían sus camas y sillas a los viajeros que las solicitaban.
La mayoría de habitantes eran ya mayores, ya que los más jóvenes emigraban a la Big Apple a probar fortuna, casi nunca regresaban. Esta característica hacia que en las reuniones familiares, los abuelos siempre contasen historias y leyendas a sus nietos, se podría afirmar que todo el mundo sabía una o dos historias mágicas o extrañas que podrían haber sucedido por esos lares.
Pero no todos eran adultos los que vivían en ese pueblo, quedaban los “ Speed Railers” como se autollamaban un grupo de jóvenes hispanos huérfanos que vivían en una comuna formada en uno de los viejos hangares de la estación. Nadie sabían bien como habían legado a afincarse en la estación, pero como eran muy agradables y no molestaban , nada les pedía explicaciones
Ellos se encargaban del mantenimiento de la estación, así como de conducir la vieja y negra locomotora 57, que hacia viajes con los turistas más osados que se atrevían a cruzar el negro y largo túnel que se paraba Sun Lake City de la capital del condado.
Mateo era el jefe del grupo,el maquinista y mayor de la pandilla con veintiséis años, le seguía Laura con veinte ,una avispada pelirroja, que hacía las veces de mamá protectora del grupo.
Lorenzo y María, eran gemelos y los payasos graciosos del clan.Aveces se hacían insoportables sus bromas y travesuras pero eran como las mascotas de la familia. Tenían catorce años y si no fuera porque María llevaba cola de caballo y falda sería imposible diferenciarlos .
Nos queda Fran un chico de color, alto y fornido, era el típico chico que no puede hablar con nadie más de 5 minutos sin discutirse por menudeces; cascarrabias, descarado y protestón, pero a la vez con un lado tierno y simplón.
Uf ! Casi me olvido del pequeño Tomás, hermano de Laura; Tomás era sordomudo de nacimiento , pero no tenia ningún problema en comunicarse por señas con todo el mundo. Todos le querían, le adoraban y le cuidaban. Tomás tenia 6 años.
Los seis, Mateo , Laura, Lorenzo y María, Fran y Tomás, formaban el grupo de amigos más compenetrado y unido que jamás haya existido al este del Mississippi.
Bueno como habíamos dicho era sábado y nuestros amigos se disponían a realizar el viaje semanal a la ciudad para traer el correo del pueblo, comprar víveres para el almacén-drugstore de Jonás el tendero del pueblo y recoger a algún viajero despistado que quisiese venir unos días a Sun Lake City.
Prepararon sus mochilas con bocatas y un poco de dinero , ya que el viaje solía durar unas cinco horas y no encontrarían ningún apeadero para comprar algo en caso de que el gusanillo del hambre despertase e hiciese de las suyas.
Ocuparon sus lugares en el tren , Mateo y Laura en la máquina, y los demás en el único vagón del tren. Los gemelos salieron a la pequeña plataforma de la parte posterior del vagón y se sentaron con los pies colgando através de los enrevesados barrotes de protección.
Mateo sacudió el polvo y la arañas de los mandos del la locomotora y gritó:
-Pasajeros al tren!.
Nunca subía nadie a parte de ellos , pero era un ritual necesaria antes de emprender la marcha.
La ruedas empezaron a chirriar, la caldera empezó a soltar vapor caliente y entre Chu-Cu-Chu-Cu y pitidos de silbato el trenecito empezó a moverse, primero lentamente y después adquiriendo, progresivamente, más velocidad.
Cruzaron el pueblo, y los viejecitos sentados en los bancos de la plaza, cómo cada sábado , les saludaron, en un acto casi místico, enarbolando sus bastones como grandes cruzados frente a verdes dragones , como si pudieran detener el convoy o defenderlos del ataque de pintados apaches en pie de guerra. Fuese como fuese, siempre estaban allí para despedir a nuestros amigos y desearles suerte.
Lorenzo y María devolvieron el saludo a los ancianos, saludándoles con las manos en alto como si quisieran volar con el aire que soltaba el tren.
Mateo hizo sonar una vez más el silbato del tren y abandonaron el pueblo.
Los alrededores eran unas praderas, amarillas, casi peladas, lo único que destacaba por esos andurriales era un lago azul, donde se centraba la gran parte del ocio del pueblo, fiestas, pesca, natación, etc. Todos los eventos se realizaban en una explanada que había construido el ayuntamiento cerca del lago.
No era muy grande, posiblemente de unos dos kilómetros de orilla a orilla, pero ya era suficiente, para poder prácticas deportes acuáticos, cuando el calor apretaba de verdad. El lago lo formaba un pequeño río que bajaba sinuoso por los laderas de las montañas y seguía hasta el mar, o eso suponían ya que nada sabia con certeza si existía el mar o no .
El tren rodeó el lago, y el Chu-Cu-Chú, cada vez era más rápido y sonoro, eso si: el tren era viejo, unos ciento cincuenta años , pero se portaba como un gran coche de carreras nuevecito,volaba sobre los oxidados railes.
A lo lejos ya se divisaban las montañas y agujereadas como un queso por el angosto túnel. A ninguno de nuestros amigos le gustaba el túnel, el frío y tenebroso. además se cantaban demasiadas historias de terror acerca de él. Así que preferían pasarlo lo más rápidamente posible y sin apenas hablar, por miedo a no despertar a algún dormido fantasma con sus resonantes voces.
Laura accionó el interruptor de la luces, y poco a poco el tren fue absorbido por la inmensidad oscura del agujero. El Chu-Cu-Chú, resonaba por las paredes del túnel y nuestros amigos estaban en silencio.
Los gemelos habían entrado en el vagón y buscaban algo para picar por la mochilas.
Fran estaba dormido y Tomás apoyaba sus blancas mejillas sobre el frío cristal, viendo pasar nada, solo oscuridad y oscuridad.
Los maquinistas miraban por la estrecha ventanilla delantera y un débil foco alumbraba apenas unos 5 metros por delante del tren.
Pero cuando estaban ya casi a la mitad del túnel, mateo vio una sombra de persona delante del tren , apretó el freno de emergencia, el tren empezó a chirriar, todos fueron lanzados hacia adelante.
El tren no se detenía, y cada vez la sombra estaba más lejos, cuando faltaron unos pocos metros para la colisión, Mateo y Laura lo vieron claro: Un excursionista con mochila y gorra se encontraba en pie sobre la vía , mirándolos fijamente y con los brazos extendidos. Era un hombre alto, bien formado y con la cara seria.
No pudieron hacer nada el tren golpeó al hombre, le paso por encima y se detuvo unos diez o quince metros más allá.
El golpe resonó por toda la cueva, como si hubiesen partido en dos una gran sandia.No gritó , pero el eco resonó golpeando las paredes de la gruta hasta la salida del túnel .
Los del vagón trasero no sabían aún lo que había pasado, pero los maquinistas,Mateo y Laura habían empalidecido, su respiración era entrecortada ,no podían ni moverse, aún sobrecogidos por el accidente.
Laura rompió a llorar y Mateo la cogió en brazos.
Llegaron los demás:
-¿Que diantres a pasado Mateo?-Pidió Fran con las manos en la cabeza ,todavía secándose la sangre procedente de un pequeño corte, como resultado del súbito frenazo. -¡Hemos... atropellado... a un hombre!-Le indico Mateo con las facciones descompuestas -¿Que?-Gritaron todos a coro.
-¡Si, no pude hacer nada, apareció de repente, como salido de la nada!. -Terminó Mateo.
-¿ Lo hemos .....?-Pidió temblorosa María.
-¡Mucho dudo que haya sobrevivido al impacto!- respondió Laura , secándose las lágrimas.
Tomás enseguida descubrió lo que había sucedido y se echó en los brazos de su hermana , asustado como un corderillo de camino al matadero.
-¿Y ahora que hacemos ?-Pidió Lloren.
-¡Está claro, deberemos bajar , debemos ver si aún sigue con vida!-Dijo Fan con voz de mando.
-¿Bajar al túnel?-dijo Maria con los ojos fuera de las órbitas.
-¡Sí, no queda más remedio!-añadió Mateo.
-¡Yo no bajo!-Dijo María- ¡Me da miedo!.
-¡No,bajaré yo!-dijo Mateo, levántandose del suelo, con Laura y Tomás entre sus brazos.
-¡Yo te acompaño!- dijo Loren
-¡Yo también !-Dijo Fran.
-¡ No Fran, tu debes quedarte para cuidar a las chicas y al pequeño Tomas, serás de mayor utilidad aquí arriba!-Dijo Mateo, poniéndole una mano sobre el hombro.
-De acuerdo ,como tu quieras. Buena suerte.
Así lo hicieron Loren y Mateo se armaron con una larga linterna y bajararon los tres pequeños escalores de la locomotora.
El suelo estaba húmedo y resbaladizo, el aire era gélido y el horizonte...bueno no había horizonte.
Empezaron a caminar hacía la parte trasera del tren. Sus amigos estaban pegados al cristal, sin perder ápice de la situación.
Se habían separado unos metros del tren, la linterna sólo alumbraba unos pocos metros por delante.
Maeto alumbraba el suelo y los lados, en busca del excursionista. Pronto perdieron de vista el tren.
-¡Mira Mateo, allí delante mira parece que hay algo!-Dijo Lorenzo señalando hacía de inmensidad oscura.
No iba mal encaminado, efectivamente encontraron una mochila mohosa, muy vieja y mojada, pero ni rastro del dueño.
Lorenzo abrió la mochila, metió la mano dentro. Pero dió un grito y pego un salto hacia atrás empejando a Mateo y cayendo los dos al frio suelo.
-¿Que te ha pasado?-Pidó Mateo , quitándoselo de encima.
-No se, dentro de la mochila hay algo muy raro, parece una cabeza de aniamal.
-¿Que dices?¿Como quires que el excursionista lleve un animal dentro de la mochila?-Dijo mateo cogiendo la mochila.
-¡No la cojas!-Gritó Loren.
Pero hizo caso omiso a las indicaciones de su compañero y metió la mano dentro de la mochila.
Sacó algo de dentro, era grande y redondo, con mucho pelo y muy pesado. Lo levanto hasta el nivel de su cara para ver bien que era.
Loren le alumbró y entre los débiles reflejos de la linterna, vieron que se trataba de la cabeza de una joven.
-¡Dios Mio! - Dijo Mateo soltándola y echandondose sobre una de la paredes del túnel.
Loren no osaba moverse, alumbraba a esa cabeza, rubia y ensangrentada.
Mateo, arrancó a correr, le cogió por un hombro y le dijo que regresaban al tren.
Los chicos empezaron a correr, entre traspiés y traspiés, pero tropezaron con algo en el suelo, algo que antes no habian encontrado.
Era el excursionista, yacía en el suelo con el cuerpo seccionado en dos. Nuestro amigos no esperaron el cambio así que se levantaron como llevados por el mismísimo diablo, y llegaron al tren.
Subieron a vagón con la respiración entrecortada y las piernas temblorosas.
Se sentaron en uno de los marrones asientos y miraron a sus alrrededor, buscando a sus compañeros.
Mas cual fue su sorpresa, al descubrir que el tren se hallaba lleno de pasajeros, señoras con pamela, señores gordos con bombín, bigote y puro. el vagón ya no era viejo y destartalado, sino que estaba bien pintado, las ventanas estaban enteras, y olia a nuevo.
Entró un maquinista.
-¡Señores no se preocupen!. El tren está bién, hemos atropellado algún animal y hemos descarrilado, pero ya hemos avisado a la estación de Sun Lake City, y ya viene otro tren a rescatarnos.-Dijo el maquinista, enfundado en un bonito traje azul, y con un sílbato en una mano.
Nuestros amigos no daban crédito a sus ojos. ¿ Que pasaba?¿ Donde estaban sus amigos? y ¿ De donde salia toda esa gente?.
Un señor sentado al fondo del vagón se levantó, se dirigió al jefe maquinista y con voz portentosa le dijo.
-¡Buenos días, jefe! Me llamo Marc, Inspector Marc, pertenezco al departamento de homicidios de Nueva York, me hallo en misión especial.
-Buenos días inspector-Dijo el maquinista estrechándole las manos-Usted dirá.
-Persigo a un asesino múltiple, y las últimas indagaciones me llevaban a Sun Lake City, pero podria ser que lo que hemos attropellado fuera el asesino que busco, podria haber intentado llegar al pueblo através del túnel.
-¡Pero es de locos cruzar el túnel a pie, no hay ningún rincón para esconderse, en caso de encontrarse con el tren!-Dijo el maquinista señalando los lados del túnel através de las ventanas.
-Creame, jefe, un tipo así está suficientemente loco para cruzar este túnel y para haber matado a 5 chicas, descuartizándolas.-Añadió el inspecto.
Estas palabras provocaron un revuelo entre los pasajeros, que acribillaron a preguntas a los dos hombres que estaban de pie.
-¡Tranquilos!¡ No pasa nada!-Dijo Marc-Ahora barajé a ver que ha sucedido.
Y dicho esto desapareció atarves de una de las puertas laterales del vagón.
Loren y Mateo, habian seguido la escena estupefactos, no sabian que hacer era una situación extraña.
Mateo se armó de valor, se levantó y caminó unos pasos hasta el jefe que estaba asomado a una ventana, como el resto del pasaje.
-Perdone señor-Dijo golpeándole suavemente un hombro.
Pero el maquinista no se percató, siguió mirando por la ventana.
Repitió la acción con más insistencia, entonces el maquinista si que se giró pero pasó atraves de nuestro amigo como un fantasma y se dirigió a la locomotora. Mateo quedó estupefacto por la acción y se dirigió a otro des los pasajeros, un señor vestido de negro y que ojeaba un periódico, ajeno a la situación. Le pasó las manos por delante los de la cara, como si pretendiera saludarle, pero el señor ni pestañeó.
¡Dejalo ya!¡ No nos ven!-Dijo fran desde el otro extremo del vagón.
Tenía razón para los demás pasajeros, no existian, ni les veian ni les notaban.
¡Que hacemos Mateo!¡ Me voy a volver loco!-dijo Loren acercándose a una de las pasajeras haciédole muecas a un centímetro de la cara.
-¡No lo se compañero!-
-¿Que no lo sabes?¡ Tu nos has metido en esto!.¡Dios sabe donde estará mi hermana y los demás!-
-¡Tranquilo Loren! ¡Yo no tengo la culpa!-Dijo Mateo poniéndole la mano sobre el hombro.
Loren se la sacudió y se sentó cerca de uno de los ventanales, empañando el cristal con sus lágrimas.
-Tranquilo amigo, encontraré una solución. No se cual pero la encontraré.
Los dos jóvenes se estuvieron mirando fijamente durante largo rato, intentando dar alguna respuesta lógica a la situación, pero todo eran suposiciones confusas sin ton ni son.
-Creo que lo mejor será que volvamos a salir al tunel ,igual con un poco de suerte todo vuelve a la normalidad-Dijo Mateo.
-Si , hay que hacer algo ya-Contesto Lorenzo , levantándose de su asiento.
Los dos se dirigieron a la puerta del vagón, asomaron sus cabezas fuera y bajaron de nuevo al tunel, se separaron unos metros del tren.
En el tunel se oian las voces del inspector y algunos encargados del tren, rastreando la zona.
Se dirigieron hacia ellos, pero no les encontraron. Tampoco encontraron el cuerto inerte del excursionista, ni la mochila tampoco, sólo oscuridad y frio.
Volvieron al vagón, pero se pararon a unos escasos metros del mismo, con miedo a que todas esas personas siguieran aún allí.
De pronto alguien se asomo por una de las ventanas, y les miró .
Ellos sintieron un sudor frio, que les recorria todo el cuerpo.
-¿Que vais a entrar, o os querareis allí como pasmarotes?-Dijo Fran con tono burlón.
Respiraron profundamente y subieron al vagón, el cual seguia como siempre : viejo , despartalado y polvoriento. Todos estaban allí mirándoles, sin atreverse a preguntar que habian encontrado fuera y si el señor ese habia muerto.
Estuvieron todos unos minutos en silencio, cruzándose las miradas, hasta que Maria rompió el hielo.
-¿Que habeis visto fuera?.
Mateo y Loren les relataron la historia, todos estaban escunchando con la boca abierta, sin dar crédito a los que escuchaban sus oidos.
- ¿Bueno, pero al final hay muerto o no?-Dijo Fran.
-No lo sabemos, la primera vez le encontramos , pero la segunda no. No se que deciros -Dijo Mateo a sus amigos.
Lo mejor será dar parte a la policia y que se encarguen ellos de todo, yo ya empiezo a estar harta de este túnel-Dijo maría.
Y sin más dilaciones Mateo puso en marcha el Chu-cu-chu, y salieron por patas del tunel.
Ya en la capital, avisaron a la policia, que estuvo registrándo el túnel dos días sin encontrar nada ni nadie.
Todos pensaron que habian sido imaginaciones de los chicos, producto del miedo colectivo.
Mientras en un banco de la plaza de Sun Lake City, un anciano cuenta una vieja historia ,a su nietecito, transcurrida hace muchos años atrás sobre asesinos con mochilas , túneles oscuros y frios y trenes rápidos con seis chicos .
A veces ,algunas historias son tan raras.
27-10-97
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